La Iglesia católica sumará 12 nuevos beatos tras la autorización del Papa León XIV, quien promulgó los decretos que reconocen el martirio de 11 religiosos españoles asesinados durante la Guerra Civil y la vida de virtudes heroicas de un laico argentino llamado Enrique Ernesto Shaw, empresario, padre de familia y referente del pensamiento social cristiano en el mundo del trabajo.
El anuncio fue difundido por Vatican News y confirma que Shaw, fallecido en 1962, será proclamado beato tras el reconocimiento de un milagro atribuido a su intercesión: la curación inexplicable de un niño de cinco años que sufrió un grave traumatismo craneoencefálico en 2015, en una granja cercana a Buenos Aires. El menor se recuperó sin secuelas neurológicas, hecho que fue validado por peritos médicos y teológicos del Vaticano.
A diferencia de los mártires españoles (nueve seminaristas, un sacerdote y un laico asesinados entre 1936 y 1937 por odio a la fe), la beatificación de Enrique Ernesto Shaw destaca por tratarse de un empresario laico, casado y con nueve hijos, cuya santidad se expresó en la vida cotidiana, el trabajo y el compromiso social.
Nacido en París el 26 de febrero de 1921, hijo de padres argentinos, Shaw creció en Buenos Aires y desde joven mostró una profunda fe católica. Ingresó a la Marina argentina, donde combinó su formación militar con una intensa labor apostólica entre marineros. Más tarde, tras un proceso personal que él mismo definió como una “conversión” al descubrir la Doctrina Social de la Iglesia, decidió llevar el Evangelio al ámbito empresarial.
Shaw renunció a la carrera naval y se incorporó a la empresa Cristalerías Rigolleau, donde llegó a ser gerente general. Desde ahí impulsó un modelo empresarial basado en la dignidad del trabajo, la justicia social y la corresponsabilidad entre directivos y trabajadores. Fundó en 1952 la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), que presidió, y promovió en América Latina el movimiento empresarial cristiano vinculado a UNIAPAC.
Su pensamiento quedó plasmado en escritos, conferencias y diarios personales, donde defendía que “ser patrón no es un privilegio, sino una función”, y que la empresa debía ser una comunidad humana, no solo un espacio de producción.
En 1957 fue diagnosticado con cáncer, enfermedad que enfrentó sin abandonar su actividad pública ni su compromiso eclesial. Participó en la fundación de Cáritas en Argentina, del Serra Club, integró el primer Consejo de Administración de la Universidad Católica Argentina y presidió los Hombres de Acción Católica. Murió el 27 de agosto de 1962, a los 41 años, tras ofrecer su sufrimiento por su familia y amigos.
Hasta el momento no se ha anunciado la fecha para su beatificación.


