Visto desde la perspectiva del cine, 2025 será recordado en la Argentina sobre todo como el año de Homo Argentum. Su exitoso paso por las salas, con algo más de 1.800.000 entradas vendidas, puede interpretarse a la vez como hecho excepcional y símbolo de un mercado que volvió a concentrarse al máximo en la preferencia por los tanques hollywoodenses.
La nueva película de Gastón Duprat y Mariano Cohn, con el protagonismo excluyente de Guillermo Francella, fue la gran anomalía de esta tendencia que se repite todos los años. Y la única novedad ajena al cine norteamericano dentro del Top 10 anual: quedó tercera entre las películas más vistas en los cines estrenadas este año.
Trailer de "Homo Argentum", la nueva película de Guillermo FrancellaComo ocurre de tanto en tanto (pasó por ejemplo con Relatos salvajes y Argentina, 1985), Homo Argentum, más que un estreno de cine, funcionó como acontecimiento social y tema de conversación pública. Los raros contornos de su éxito no sirven para explicar la realidad del cine argentino, capaz de expresar una vez más su vitalidad y diversidad creativa a partir de ejemplos tan valiosos como Las corrientes, El príncipe de Nanawa, Gatillero y La mujer de la fila, pero al mismo tiempo sin un poder de convocatoria proporcional a los casi 300 estrenos locales contabilizados este año.
Aun con la certeza de que en 2026 bajará mucho el número de lanzamientos, nuestro cine también sostuvo este año su proyección internacional: 27 noches inauguró el Festival de San Sebastián y Belén es una de las 15 aspirantes al próximo Oscar internacional. El Bafici confirmó desde su programación que las nuevas generaciones de cineastas argentinos tienen mucho para contar. El Festival de Mar del Plata, en tanto, no estuvo a la altura de su consigna central (“El renacer del esplendor”) con una propuesta sin perfil definido que resultó indiferente para el público.
La sangría de espectadores fue uno de los grandes datos del año. Resultó generalizada, sin distinción de tamaños, escalas o géneros. Más allá de los insoslayables vaivenes económicos y su impacto en el bolsillo, la falta de público se explica sobre todo por el escaso atractivo de la cartelera, sobre todo alrededor de los lanzamientos más grandes. Se perdieron más de tres millones de entradas respecto de 2024 y las vacaciones de invierno (el tramo del año históricamente más convocante) tuvieron los peores números de taquilla de los últimos 15 años.
Fracasaron aquí y en el resto del mundo unos cuantos títulos llegados desde Hollywood con aspiraciones masivas (Blanca Nieves, Elio, El sobreviviente, Tron: Ares y los estrenos de Marvel Thunderbolts, Los 4 Fantásticos: primeros pasos y Capitán América: un nuevo mundo) y de autor (Cacería de brujas, La máquina, El gran viaje de tu vida, Springsteen: música de ninguna parte). Otros estrenos de espíritu independiente llegadas desde Estados Unidos como Una batalla tras otra y Pecadores (protagonistas seguros de la carrera por el Oscar) llamaron un poco más la atención.
También hubo éxitos de taquilla, que acumularon el 50 por ciento de los casi 32 millones de entradas vendidas a lo largo de este año. Fue extraordinaria (y difícil de explicar racionalmente, como suele ocurrir en estos casos) la convocatoria de la versión con personajes de carne y hueso de Lilo & Stitch, por lejos (casi cuatro millones de tickets) el estreno más visto de 2025. Completaron el podio Una película de Minecraft y Homo Argentum, que cerró para Francella (protagonista, artífice de la idea original y productor) un año fuera de lo común, enriquecido gracias al reconocimiento a la trayectoria que le entregó la Academia del Cine local.
Fuera de esa hiperconcentración, 2025 fue un año que transcurrió en su mayor parte con salas vacías y decenas de lanzamientos que pasaron inadvertidos. Los cines salieron en busca del público reforzando la oferta de contenidos alternativos, entre los cuales el animé (con los reestrenos de Studio Ghibli y lanzamientos que rindieron por encima de las expectativas como Demon Slayer: Castillo infinito) funcionó realmente bien. También siguió creciendo el plan de reestrenos en pantalla grande de títulos clásicos de distintos géneros, una idea que afortunadamente llegó para quedarse.
El cine extranjero o de autor sigue en retracción, limitado a un circuito de salas cada vez más pequeño y resignado (al parecer definitivamente) a no recuperar a buena parte del público que se alejó de la experiencia de ver cine en el cine con la pandemia. Algunos festivales internacionales ya arraigados en el calendario local trataron de compensar ese déficit, muy llamativo en algunos casos. Hubo, por ejemplo, nada más que siete estrenos de origen español.
El gran anuncio del último tramo del año (la compra de Warner por Netflix) seguramente cambiará en el mediano y el largo plazo el actual panorama de la distribución y exhibición de películas en los cines. El impacto también llegará a la Argentina. En el cierre de 2025 falleció Héctor Alterio, cuyo adiós se sumó al de otras enormes figuras a lo largo de los últimos doce meses: Gene Hackman, David Lynch, Robert Redford, Diane Keaton y Rob Reiner. Fue la nota más triste de un año que muchos querrán olvidar pronto.
*según los votos de Marcelo Stiletano, Natalia Trzenko, Leonardo D’Esposito, Guillermo Courau, Paula Vázquez Prieto, Fernanda Mugica, Pablo De Vita, Pablo Planovsky, Martín Fernández Cruz, Alejandro Lingenti y Hernán Ferreirós.

