La quinta y última reunión de 2025 entre el presidente de EE.UU., Donald Trump, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se produce en medio de la incertidumbre al respecto de la puesta en marcha de la segunda fase del plan de paz para Gaza. La premura estadounidense y la renuencia israelí a avanzar con el proceso causaron tensiones diplomáticas soterradas que los mandatarios esperan resolver en Florida y que trataron de disipar de puertas afuera. “Hamas se tiene que desarmar”, dijo Trump tras elogiar a su invitado. “Ganamos una guerra juntos”, dijo a los periodistas, en referencia a los ataques a Irán en verano.
Gaza, palabra prohibida
El mandatario estadounidense, que dijo que la reconstrucción de Gaza comenzará “muy pronto”, aseguró que habló con el presidente de Israel, Isaac Herzog, acerca de la concesión de un posible indulto a Netanyahu ante las acusaciones de corrupción que caen sobre él. Herzog reaccionó inmediatamente, negando tal conversación, según recoge Haaretz.
El acuerdo que puso fin a la guerra, redactado en términos genéricos y que entró en vigor el 10 de octubre, anticipaba que, una vez Hamas devolviese los restos de los rehenes que tenía en su poder y el ejército israelí se retirase de la Franja, el grupo militante se desarmaría y una fuerza multinacional se desplegaría en el enclave, mientras una autoridad transitoria de tecnócratas palestinos gestionaría el día a día de la administración.
Pero Israel incumple reiteradamente los compromisos. Aunque retrasó sus fuerzas hasta una “línea amarilla” a medio camino entre la frontera de la franja y el mar, continuó con los ataques, que se cobraron más de 400 víctimas desde entonces.
También siguió dificultando la entrada pactada de ayuda humanitaria, tras tenerla bloqueada durante meses. Con el invierno, la población gazatí, desplazada tras dos años de destrucción, sobrevive en muchos casos en carpas sobre la playa, anegadas por las lluvias. En las dos últimas semanas murieron de frío tres bebés, según el ministerio de Sanidad gazatí. El último, este mismo domingo.
Tampoco está claro en qué términos se produciría el desarme del grupo armado, que logró restablecer el dominio sobre la Franja tras doblegar a las milicias internas apoyadas por Israel.
Los pretextos israelíes para ralentizar el plan exasperan al Gobierno de Trump, que empieza a emitir señales de hartazgo. El portal estadounidense Axios publicó el viernes una pieza en la que citaba a altos cargos estadounidenses que señalaban que Netanyahu perdió el favor de la plana mayor del Ejecutivo, incluida la dupla negociadora que conforman el enviado especial para la región, Steve Witkoff, y el propio yerno de Trump, Jared Kushner. Pero también el vicepresidente, JD Vance, el secretario de Estado, Marco Rubio, o la jefa de Gabinete, Susie Wiles.
La pieza de Axios habla de “frustración” entre los cargos estadounidenses, una sensación que también señalan analistas como Yossi Mekelberg, experto en Medio Oriente del think tank británico Chatham House, citado por Radio Francia Internacional: “Las señales de que el Gobierno está frustrándose con Israel son cada vez mayores”.
Además, los elementos más extremistas del muy radical Gobierno israelí no se esfuerzan en disimular su oposición al plan. El ministro de Defensa, Israel Katz, aseguró la semana pasada que Israel establecerá asentamientos de colonos en la Franja, y el jueves insistió en que sus fuerzas nunca se retirarían completamente del enclave.
Representantes de los países garantes del plan de paz —Catar, Egipto y Turquía, además de EEUU— se reunieron el viernes en Miami con Kushner y Witkoff para insistir en que Israel debe cumplir sus compromisos. El acuerdo al que llegaron, según Axios, es que Trump sacaría el tema en el encuentro de este lunes con Netanyahu. También coincidieron en nombrar en cuanto sea posible a los miembros del gobierno interino.
Pero mientras esto sucede en Gaza, el parlamento israelí aprueba nuevos asentamientos en Cisjordania contra las instrucciones expresas de Washington.
Los desencuentros internos entre Israel y su principal aliado van más allá de Gaza. Netanyahu quiere convencer a Trump de que le permita volver a atacar Irán, tras haber logrado que los cazas estadounidenses bombardeasen en verano las instalaciones nucleares de Fordo, mientras que el Ejecutivo estadounidense se muestra abierto a las conversaciones con Teherán.
Los esfuerzos del Gobierno de EE.UU. por legitimar la posición del líder sirio, Ahmed Al-Sharaa, al que recibió en noviembre en la Casa Blanca, chocan con Israel, que ataca periódicamente el sur del país con el argumento de proteger a la minoría drusa. También en Líbano las violaciones del alto el fuego con Hezbolá son constantes.
En el fondo está la supervivencia política del propio Netanyahu, que logró permanecer en el poder, pese a las acusaciones de corrupción que llevan años pesando sobre él, en un contexto de guerra permanente. Las próximas elecciones legislativas están previstas para 2027, y los sondeos no garantizan que la coalición de Gobierno pueda sobrevivir. Algunos analistas señalan que mantener el buen tono institucional con Trump es capital para mantener vivas sus opciones de revalidar el cargo.

